Aislamiento: angustia, ansiedad y conexión

Raflexiones fuera del consultorio

Por la Dra. Isabel Beluardi, Directora Médica de Ipdeba.

AISLAMIENTO: Acción y efecto de aislar. Dejar sola a una persona, separarla de los demás. Dejarlo solo en una isla
Estas definiciones del término aislar nos lleva a recordar dos ficciones con dos protagonistas cuya historia relata su aislamiento prolongado. Una de estas historias es la de Robinson Crusoe, un clásico de Daniel de Foe del año 1719. En ella se narra parte de la vida de un marinero que es arrastrado a una isla desierta, luego de un naufragio, en la que permanece 28 años. Gran parte de esa vida estuvo solo, hasta que un día aparece un nativo, al que llama Viernes, y su vida cambia.
A partir de este encuentro Robinson Crusoe tiene un interlocutor, a pesar de la barrera idiomática. En su relación con él logra expresar sus sentimientos, emociones y estados de ánimo.
Otro ejemplo, más moderno, es un film: Náufrago, su personaje principal –y casi único-, Chuck Noland, a diferencia de Crusoe llega a una isla desierta tras un accidente aéreo, no era marino, era un directivo muy eficiente de una compañía de correo. Este personaje pasa por diversas situaciones para sobrevivir, propias de alguien que está acostumbrado a una vida en una ciudad moderna. Lo ayuda una personalidad meticulosa, acostumbrado a organizar y muy laborioso. No se doblega.
A pesar de estas características, la soledad lo llevó a humanizar una pelota, le pinta la cara con rasgos humanos y la llama Wilson Con esta pelota humanizada comparte logros, fracasos, puede expresar sus emociones, su afecto, su ira, sus sentimientos frente a las frustraciones.
Estas dos ficciones nos ilustran sobre lo que siente el ser humano en soledad, lo que padece. En Psiquiatría, de una persona que tiende al encierro, que se retrae, que no genera vínculos, no tiene vida social y habla poco, decimos que tiene “tendencia al aislamiento”, es en este caso un síntoma que nos indica que algo no anda del todo bien.
El ser humano es un ser social, necesita del otro, compartir las vivencias, sentimientos, logros, fracasos, miedos alegrías, afectos.
En este momento de pandemia, mucha de esas cosas que necesitamos o disfrutamos compartir nos están vedadas. ¿Para cuidarnos? Sí, para cuidarnos. Pero sale de la normalidad, de los parámetros a los que estamos acostumbrados y que nos son naturales. Cambia nuestra rutina y por todo esto produce angustia y ansiedad. El proceso de elaboración de esta situación es diferente para todos, depende de la capacidad de adaptación de cada uno.
Por suerte no estamos en una isla desierta, son tiempos de conectividad, la tecnología permite comunicarnos, vernos a través de pantallas. Tenemos que aprovechar al máximo lo que está a nuestro alcance para socializar y de alguna manera suplir aquello que la pandemia nos hizo perder, teniendo presente el carácter provisorio de esta situación y utilizando estos recursos a nuestro favor: para estar comunicados con los afectos, para contar nuestros pesares, para dar nuestro tiempo a quien se lo podamos brindar y para pedir ayuda si fuese necesario.

Aislamiento: angustia, ansiedad y conexión
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