Los adultos mayores también aprenden, ¡y es bueno que lo hagan!

Tradicionalmente se ve a la vejez como una etapa pasiva de la vida y está instalada en muchos de nosotros la imagen de viejitos calmos, que apenas se mueven, se dedican a la mera contemplación del ámbito que los rodea y a vivir de los recuerdos. Pero eso, afortunadamente, está cambiando aunque resta mucho aún por concientizar al respecto. Y esa es la idea de este breve artículo: contribuir a desplazar esa imagen de postergación de los adultos mayores y abonar la idea de que esta puede ser una etapa plena de la vida, con mucho para dar y recibir. A ello contribuye además que muchos de los apremios que tenemos durante la juventud o la primera adultez ya han pasado, y se dispone de tiempo –el recurso más escaso en nuestros días– y de suficiente energía para encarar proyectos y actividades.

Hoy se sabe, gracias al concepto de neuroplasticidad, que el cerebro se encuentra en permanente desarrollo y que distintos factores inciden en él, como por ejemplo los hábitos de las personas y las exigencias del entorno, por lo cual sigue creando nuevas conexiones neuronales, lo que hace posible que seamos capaces de aprender durante toda nuestra vida y adquirir nuevos conocimientos y habilidades, aunque el estereotipo estipule que no es así.

Los adultos en general tienen más capacidad de concentración, de mantener la motivación y de respetar una disciplina y procesan información de tipo abstracta más fácilmente. Además, la experiencia del adulto aporta una riqueza única y de gran valor a sus producciones que las puede diferenciar.

Si bien es cierto que se da una disminución de algunos sentidos y de algunas facultades mentales como la memoria o cierta agilidad en esta etapa, hay que subrayar la vital importancia de la motivación para tener una vida activa que no desestime la posibilidad de aprender o de realizar actividades nuevas y que la satisfacción y el placer estén puestos en el centro de aquello que inspira a buscar algo nuevo o a incorporar nuevos conocimientos.

Es importante señalar, además, que la inactividad no solamente es perjudicial para el bienestar físico de las personas, también lo es desde el punto de vista emocional. Por eso un ámbito estimulante y el aliento de las personas que rodean a los adultos mayores son fundamentales para que esta etapa de la vida sea plena y mantener e incluso mejorar las funciones cognitivas. Mantenerse activos aporta a combatir alguna de los más frecuentes padecimientos de la vejez como la sensación de soledad y el aislamiento.

Todos somos capaces de mejorar, de elevar nuestra calidad de vida, ampliar el disfrute que somos capaces de generar y de aprender cosas nuevas, ¡incluso estas!

Los adultos mayores también aprenden, ¡y es bueno que lo hagan!
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