Por la Lic. Vanesa Rodríguez Beluardi
El juego está directamente vinculado al desarrollo del niño. Permite, entre otras cosas, una atención focalizada y sostenida, como así también mejor autorregulación y dinamismo en la resolución de problemas.
Jugar en formas variadas mejora las habilidades cognitivas y promueve el desarrollo de las capacidades. Los niños juegan y a la vez aprenden y aprehenden.
A través del juego pueden lograr, por ejemplo, comenzar a interpretar consignas, tomar decisiones, resolver problemas, realizar cálculos mentales, realizar estimación de medidas (longitud, capacidad y peso), reconocimiento de sentidos (derecha e izquierda), ubicación en el espacio, tiempo y lugar. También aprender las distintas figuras y cuerpos geométricos.
Es una actividad simbólica con una función elaborativa. También es un lenguaje en el que el niño expresa sus fantasías, deseos y experiencias.
El juego calma la ansiedad, transforma las experiencias e implica confianza en sí mismo.
¡Es muy importante que los niños puedan jugar! Y mucho más si es un momento compartido con otros. Como adultos es importante que estimulemos y demos lugar al juego, que propiciemos ese espacio de crecimiento para los niños.
